El objetivo de la ponencia es analizar las características de la literacidad que proporcionan pautas para enriquecer el diseño instruccional de productos educativos mediados por las TIC. Método: El análisis se realizó con base en la revisión teórica relacionada con la literacidad, el diseño de la experiencia de usuario, los entornos virtuales de aprendizaje y los entornos personales de aprendizaje. Además, se apoyó de la recolección de datos a través de una encuesta diseñada con base en categorías relacionadas con la experiencia de usuario, la construcción colaborativa del conocimiento, las estrategias lectoras, intereses y la percepción de los propios educandos de sus habilidades cognitivas. Los resultados revelan que los EVA deben tener una ruta de navegación sencilla y orgánica para que se pueda encontrar la información de forma intuitiva, sin necesidad de utilizar tantas plataformas. Se encontró que a pesar de que se tiene la concepción de que “al estudiantado no les gusta leer”, prefieren interactuar principalmente con textos y están dispuestos a consumir contenido relacionado con sus gustos e intereses. Además, el alumnado reconoce los beneficios de las redes sociales no solo como un espacio de entretenimiento sino con una herramienta de apoyo para la educación. Entre las conclusiones de este análisis, se encontró la necesidad de que el diseño instruccional contemple, no sólo la dimensión pedagógica en relación con las TIC, sino aspectos relacionados con el contexto sociocultural de la comunidad escolar en la que se implementará; las prácticas de lectura y escritura, y de colaboración del estudiantado; así como sus intereses y objetivos personales que le permitan conectar con el contenido que se desea abordar.

Tanto el Diseño Instruccional (DI) como la Literacidad son ámbitos del saber independientes que han cobrado una espacial atención en las últimas décadas. El primero cuenta con numerosos modelos propuestos y explorados desde la mitad del siglo pasado. El segundo, en particular desde el enfoque de los Nuevos Estudios de Literacidad, ha demostrado que la lectura y escritura no se restringe únicamente al texto. Lo que se presentará en este panel es el punto de encuentro que existe en la generación y aplicación del conocimiento del DI con las múltiples literacidades a través de una revisión de la producción académica indexada a Scopus. Como evidencia, en primer lugar se exponen cifras sobre la producción académica internacional en el ámbito del Diseño Instruccional, la cual se encuentra en aumento desde el año 1953 que comenzó a existir el tópico en la base de datos de Scopus, y que registró en el 2021 su pico más alto. Las cifras son propicias para reflexionar sobre las coordenadas geográficas desde las cuales se está generando, experimentando y actualizando el conocimiento del Diseño Instruccional, el tipo de producción académica más publicada, y las ramas de saber que más están relacionadas. En un segundo momento, los datos generales anteriores se filtran para obtener la producción académica que además aborda algún tópico de literacidad, hallando que el primer registro en la misma base de datos en el año 1976. Finalmente, por medio del análisis de las palabras clave de esta producción académica filtrada se presentan las pistas de los modelos y técnicas más recurrentes, así como el abanico de literacidades que se han abordado en los últimos cincuenta años.

Los modelos curriculares han evolucionado a lo largo de la historia, debido a diversos factores: a) las condiciones del contexto nacional e internacional; b) las demandas de los diversos sectores; c) los avances del conocimiento científico y la inserción de las tecnologías en todos los ámbitos de la vida humana; d) las necesidades y dinámicas de la práctica de las profesiones; y, e) los avances en el conocimiento en torno al campo curricular. Al finalizar el siglo XX, se dan cambios en las formas de producción del conocimiento y del desarrollo de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC), se incorporaron en las propuestas curriculares diversas perspectivas históricas, políticas, institucionales, filosóficas, entre otras, con una mirada integral y multidimensional. En este período se impulsan procesos de internacionalización de la educación. También surgen propuestas de diseño curricular por competencias, cuya efectividad sigue siendo parte del debate contemporáneo. En los primeros años del siglo XXI, es patente que el conocimiento ya no está solo en la universidad, surge una nueva forma de conceptualización y acción, que toma saberes de diversos campos, actores, escenarios y espacios sociales y los introduce en la universidad para generar nuevos marcos de referencia e impulsar procesos de generación de conocimiento y de formación profesional y personal orientados a la transformación social (De Sousa, 2015). La complejidad de los problemas hacen necesarios modelos multi, inter y transdisciplinares que articulan espacios curriculares transversales, mediante asignaturas, proyectos, casos, que abordan conocimientos a través del diálogo entre saberes, que proporcionan nuevas experiencias de aprendizaje, derivadas de la integración teórica y metodológica que trasciende las fronteras disciplinares y genera un marco epistémico amplio.

Estamos en medio de una crisis educativa en la que las visiones son encontradas o parciales; el acceso al conocimiento es diverso; las políticas y tendencias tratan de promover un modelo que no termina de quedar claro cuál deba ser, simplemente porque ya no queda claro para qué sirve la educación si ya no responde al modelo de desarrollo industrial. Entre las habilidades que el Foro Económico Mundial (2015) relaciona como importantes para los estudiantes del siglo XXI se incluyen las literacidades fundacionales que responden a cómo los estudiantes aplican habilidades clave en tareas cotidianas; éstas son: literacidad, numeracidad, literacidad científica, literacidad en TIC, literacidad financiera, y literacidad cultural y cívica. Es muy interesante que en esta época ya aparezca el concepto de literacidad como algo fundacional, algo habilitador que requieren desarrollar los estudiantes; esto a la par de las competencias de pensamiento crítico y solución de problemas, creatividad, comunicación y colaboración, que compartan las maneras como los estudiantes abordan desafíos complejos. Entonces, hay una clara distinción entre literacidades y competencias. Podríamos adelantar que las literacidades habilitan a las personas en sus procesos de pensamiento y comunicación. No obstante, buscamos literacidades en un sistema que sigue viendo a la literacidad como sinónimo de alfabetización, en el que no hemos avanzado a la digitalidad, a la semiótica del texto gráfico, por decir lo menos. Buscamos esas competencias en un sistema con pedagogías pasivas, que penaliza el error y ofrece bajos incentivos a la colaboración. Y, buscamos un conjunto de habilidades blandas en un sistema que ha premiado por siglos la racionalidad el IQ sobre el EQ, en un sistema que desconoce los talentos e inteligencias diversas y penaliza el error. De manera que en esta ponencia abordaremos en qué sentido la literacidad de convierte en una oportunidad de innovación educativa.

La tecnología ha evolucionado vertiginosamente en los últimos años. La pandemia por COVID-19, motivó un incremento masivo en el uso y aprovechamiento de los recursos tecnológicos, lo cual implicó que la educación, el trabajo y una buena parte de nuestras actividades migraran abruptamente a entornos digitales. Hoy, es un hecho que la tecnología forma parte de nuestra vida cotidiana y es complicado poder entender el mundo actual sin su existencia, pues ha permeado en prácticamente todos los ámbitos de nuestra vida a tal grado que pasamos varias horas al día interactuando con algún dispositivo electrónico para comunicarnos con familiares y amigos, aprender nuevas habilidades, realizar trámites, comprar en línea y hasta para divertirnos, es decir, nos convertimos gradualmente, lo queramos o no, en ciudadanos digitales. En ese sentido, la tecnología ha impactado también los procesos de formación, entendidos como procesos que se desarrollan permanentemente a lo largo de la vida, que tienen una dinámica personal que varía de un individuo a otro, y que se conforma por distintos aprendizajes: los sistematizados en la escuela, los adquiridos en el entorno de la familia y/o la comunidad, así como los provenientes del sistema de relaciones sociales que establecen las personas. En esta ponencia abordaremos algunas formas en que podemos aprovechar las tecnologías para el aprendizaje y el conocimiento, en la adquisición de distintos aprendizajes, no sólo orientados a conocimientos técnicos o el desarrollo de competencias profesionales, sino también aprendizajes para el desarrollo de valores propios de la ciudadanía digital, como son: seguridad, transparencia, ética, legalidad, inclusión, entre otros, que regulan nuestra interacción en los entornos virtuales, por ejemplo en las redes sociales. Asimismo, presentaremos algunas posibilidades para el desarrollo de literacidades digitales que nos permitan seguir aprendiendo con la tecnología, para favorecer la inclusión digital y el aprendizaje en esta época postpandemia.