La habitabilidad de los espacios arquitectónicos en las urbes y los espacios urbanos de las grandes ciudades, se ha visto, luego de la Pandemia, son incompatibles con la prevención ante un riesgo sanitario como el que hemos vivido, y el diseño arquitectónico de muchos espacios no ha respondido a las necesidades de las familias en una vivencia como ésta. Esta situación requiere una reflexión profunda en el campo de la arquitectura sobre cuáles son los espacios saludables que debemos diseñar para las próximas décadas y cuál es el modelo arquitectónico que seguir, respondiendo a necesidades en las que se priorice la salud por encima de la economía. Por lo tanto, la formación de los nuevos arquitectos del Siglo XXI se deberá recoger claramente materias y temas que repasen, una vez más, las necesidades espaciales de los ciudadanos en todas sus circunstancias, incluyendo las situaciones pandémicas y los problemas de salud al que todos estamos expuestos por nuestra naturaleza frágil y finita. El cálculo de los espacios deberá incluir situaciones de confinamiento y cuarentena, así como la posibilidad de albergar en las viviendas familiares los espacios necesarios para el teletrabajo, con la convivencia adecuada con la vida familiar. Deberá también replantear los cálculos mínimos de las condiciones sanitarias de los espacios, en términos de iluminación, asoleamiento y ventilación para incluir los temas de convivencia de ruidos en espacios que antes no requerían aislamiento alguno para determinadas funciones. El color y la amplitud del espacio para ser consumido en largos períodos también deberá ser tenido en cuenta. En fin, una serie de parámetros que deben suponer una revisión completa de los Planes de Estudio destinados a la formación del Arquitecto, pues en el siglo XXI convivirá con situaciones parecidas, muy a menudo, y deberá estar preparado para dar respuestas en este campo.

En la búsqueda por la innovación en la formación de los futuros arquitectos planteamos cambios en la metodología de Proyectos, para alcanzar los denominados Espacios Saludables. Los Espacios Humanos: son los que necesita el Ser Humano para desarrollar plenamente su vida individual y social, tanto en el ámbito privado como en el público. El espacio arquitectónico es una apropiación y modificación del espacio natural por el hombre. Un espacio saludable es aquel que presenta protección ante riesgos de salud y en los que inciden factores ambientales, colectivos y personales. (Según la OMS)) En relación a lo saludable del ámbito privado existe una normativa que marca las Condiciones de habitabilidad en las viviendas. Éstas se refieren a las características de calidad y técnicas que deben cumplir. Las Condiciones de habitabilidad se regulan por la normativa de habitabilidad/condiciones de habitabilidad y decretos municipales y autonómicos, que pueden variar en lo que se refiere a valores de referencia sin llegar perjudicar las garantías mínimas exigidas en el Código Técnico de la Edificación. Existe un documento, “la Cédula De Habitabilidad”, que certifica que un espacio determinado cumple con los requisitos para poder ser habitado, lo que involucra aspectos concretos como la solidez, la salubridad y la higiene. Pero ésta es una normativa de mínimos que no garantiza en absoluto la calidad de la arquitectura. No es sólo una cuestión de dimensiones de los espacios. No solo es cuestión del tamaño mínimo de una ventana, o del tamaño de un patio, o de utilizar o no determinados materiales. La historia de la arquitectura nos ofrece extraordinarios ejemplos de espacios reducidos que proporcionan todo lo necesario para la vida de una familia. En la formación del futuro arquitecto han de ponerse en cuestión los estándares actuales utilizando metodologías innovadoras como el aprendizaje basado en proyectos (ABP).

En los últimos años, ha aparecido la idea de "completar la ciudad existente", que ayudará a entender la idea que quiero desarrollar, denominada en círculos profesionales como "urbanismo urbano". Supone una renovación sobre el entendimiento de la ciudad física, y contribuye al concepto de espacialidad regeneradora del espacio urbanizado. Por otra parte, la formulación de la necesidad de "terminar la ciudad", responde a la experiencia insatisfactoria que las consecuencias de la ciudad moderna realizan: déficits de todo tipo, disolución del espacio público, y pérdida de la identidad diferencial de cada parte de la ciudad, etc. Hay, pues, diversos niveles de intervención contenidos en esta idea genérica, desde la actuación estructurante sobre el conjunto de la ciudad, hasta la urbanización o edificación de un espacio concreto, que responden a la complejidad de la propia ciudad. En sus orígenes la ordenación del espacio urbano responde a una medida de protección frente al mundo exterior, donde las concentraciones humanas desarrollan una impronta fundamental en la transformación de dicho espacio. Esa postura está presente en algunos proyectos actuales. En donde se quiere alcanzar la "ciudad saludable", ya sea completándola o proyectando nuevas ciudades con criterios medioambientales. La ponencia ilustrará con ejemplos estas posturas: CIUDAD SALUDABLE, CIUDAD SOSTENIBLE Y SMART CITIES. Los núcleos urbanos de todo el mundo se han visto afectados por la pandemia COVID 19, trayendo al urbanismo nuevos desafíos en cuanto a la forma de gestionar las ciudades. La innovación tecnológica ha demostrado ser clave para una gestión más eficiente y sostenible de los entornos urbanos. Del mismo modo, en las asignaturas de urbanismo, la tecnología nos está dando oportunidades de innovación en las aulas sin renunciar al ABP que con el que ya veníamos trabajando.

Las metodologías ágiles de la enseñanza contemplan problemas reales para hallar soluciones reales. La reciente pandemia, nos ha mostrado de forma universal y directa la condición finita y frágil del ser humano. La salud ha pasado a ser un tema importante dentro de las preocupaciones cotidianas del habitante del siglo XXI, y por ello debe de ser recogida en la formación universitaria. Hay colectivos que conviven y sufren la falta de atención que se presta hacia nuestra condición finita y frágil, desde antes de la pandemia. Ellos son los discapacitados. Un colectivo que además de tener que renunciar a muchas de las actividades de una vida plena en salud, renuncian a otras, no por no poder desarrollarlas, sino por habitar ambientes que no están preparados para recibirles y facilitarles su uso de forma normal e independiente. De ello, ha surgido la atención que se le está dando a la llamada “Accesibilidad Universal”. Un concepto dedicado a la integración de las personas con discapacidad física o mental en la vida cotidiana y el uso de los espacios humanos, privados o sociales. Constatar la fragilidad de la propia salud, ha puesto la atención en todos aquellos que conviven con déficits en la misma y que les hace enfrentar el día a día con más obstáculos de los normales. Por todo ello, en el replanteo de los requerimientos que deberían tener los ESPACIOS HUMANOS para ser considerados SALUDABLES, debe considerarse, de manera prioritaria la ACCESIBILIDAD UNIVERSAL, convirtiendo a los mismos en ESPACIOS SANOS PARA TODOS, aquellos que gozan de salud plena y aquellos que no. Así, la Arquitectura responderá a su fin: crear espacios pensados para el disfrute físico y mental, para la vivencia cotidiana, para el desarrollo de la vida en plenitud del ser humano, permitiéndole alcanzar su desarrollo personal y social.

Un rápido recorrido por las distintas maneras en que el hombre ha ido enfrentándose a la necesidad de crear un entorno inmediato apto para su vida y la importancia que en cada momento y cada civilización se ha dado a hacer del espacio en que habita, un lugar en realidad habitable nos lleva a una quizá inesperada conclusión. Frente a la idea general de progreso histórico de la humanidad que consideramos aceptada como una consecuencia de la acumulación de experiencia, en relación con este tema tal progreso no es siempre evidente y en muchos aspectos se puede concluir que nuestro pasado incluye ejemplos muy relevantes en la consecución de espacios saludables que muestran un gran conocimiento y sentido común y a veces un esfuerzo admirable en el empleo de medios. Son ejemplos que pueden tomarse como modelos, siglos o incluso milenios después. Por otra parte, un somero repaso por la realidad de los entornos vitales del hombre contemporáneo descubre que una demasiado elevada proporción de seres humanos habita espacios que están muy lejos de poderse considerar saludables. La consecución de espacios saludables para el hombre es una tarea en gran parte pendiente y las recientes utopías y planificaciones a gran escala, un tanto ingenuas, se han demostrado ineficientes y deshumanizadoras. En el proceso de aprendizaje, la revisión de criterios generalmente aceptados y el análisis crítico de distintas realidades desde otros puntos de vista, introduce dudas y la posibilidad de llegar a nuevas conclusiones involucrando activamente al alumno. Como algunas de las metodologías ágiles propuestas últimamente para la formación universitaria. En este caso le incita a estudiar el pasado detenida y humildemente con una visión nueva que puede proporcionar algunas claves para establecer una relación saludable del hombre con su planeta.