Este simposio mira, reflexiona y cuestiona la innovación educativa desde nuestro ser mujeres. Pensamos que es una mirada y una reflexión que es importante, porque recoge “ese más femenino” que mira, reflexiona y valora el mundo y lo que él existe, ni mejor ni peor que los hombres, simplemente de forma distinta. Deseamos recoger los principales retos de la actualidad en la innovación educativa y en la investigación. Así estableceremos una relación estrecha entre alguna innovación digital y las necesidades básicas del proceso educativo e investigador, desde este nuestro ser mujer. Uno de los principales retos de la actualidad consiste en alcanzar el desarrollo sostenible en diferentes ámbitos y escalas, para hacerlo es esencial la formación de una ciudadanía crítica y activa capaz de participar en la toma de decisiones espaciales y a su vez comunicar y transmitir sus puntos de vista y opiniones. Es fundamental incentivar desde la Educación superior la participación de alumnas y de alumnos y, facilitarles herramientas que les permitan expresar sus opiniones en relación al desarrollo de sus ciudades y su entorno, Para ello presentamos el proyecto xploRAcity. La propuesta usa la realidad aumentada geolocalizada para promover la participación del alumnado en la sociedad y comporta que trabajen cooperativamente para identificar zonas del entorno que se deben mejorar. Pero, la base de cualquier innovación educativa y de investigación es saber mirar, pensar, hablar, escribir, reflexionar cada una o cada uno desde sí mismo. Somos mujeres y muy conscientes que intentando ponerse al día a toda velocidad, la educación ha hecho suyos los conceptos de innovación, emprendimiento, creatividad; hablamos de pensamiento crítico y pensamiento “lateral”. En el nuevo paradigma, en los procesos educativos se está transmitiendo e inoculando los valores de la sociedad del rendimiento, pero no o no siempre el de la sociedad del esfuerzo que son valores distintos. En realidad, educamos para hacer encajar estos conceptos en la lógica de mercado que los traduce y tergiversa en términos de productividad y eficiencia. Rechazamos como mujeres que la competitividad y la eficacia hagan suyos los conceptos de libertad, crítica, creatividad, innovación y los ponga al servicio de la sociedad del rendimiento. Las competencias sociales han sido también empujadas por el concepto de rendimiento y se miden en “trabajo de equipo”. Maggie Berg y Barbara K. Seeber puesta por una cultura profesional que valore el equilibrio por encima del negocio. Hay que conseguir parar el exceso de medida y monitorización de la eficiencia educativa, que merma el lado placentero de la enseñanza. Marta Nussbaum nos aporta la noción o paradigma slow en la educación y sustituir la voz masculina por la voz femenina. El acompañamiento educativo no puede quedar al margen de estas propuestas o miradas de nuestro ser mujeres; no debemos aceptar que se conviertan en un sello de excelencia educativa que premie el rendimiento, ni la competitividad ni la productividad -per se. Hoy, como hemos señalado, resulta casi imposible hablar de educación y de investigación sin hablar de innovación, como si la educación quedara coja y la innovación fuera la garante de que lo educativo tenga lugar y de algo se transforme en la realidad de la educación. A las participantes en este simposio nos sorprende la falta de confianza en “lo educativo” sin presencia de la palabra innovación, nos preocupa la fuerza de los discursos y la aparición de modos al servicio de ciertas estrategias de consumo que se ofrecen y que en educación están demasiado presentes. Nosotras sentimos la necesidad de profundizar en el para qué, en el cómo y el porqué de esos procesos de innovación, porque los discursos y tendencias pueden facilitar durante el camino el unirse a la ola, y que se pierda el sentido y la conexión con la realidad contextual y se descuiden las maneras de acompañar a las personas que participan en el proceso educativo. Es en el cómo donde reside la transformación, es desde ahí que la relación educativa se hace presente con toda su potencialidad. Coincidimos en que suele asociarse la innovación educativa y la introducción de novedades con el compromiso hacia el aprendizaje de calidad en el aula, porque ese empeño a veces logra buenos resultados, pero, en relación con lo que ocurre en el aula, no siempre se logran los objetivos pretendidos. Tomando las palabras de bell hooks (sic) compartimos el entender “la educación como práctica de la libertad porque comprendemos que la democracia florece en un entorno donde se valora el aprendizaje, donde la capacidad de penar es señal de una ciudadanía responsable y donde la libertad de expresión y la voluntad de disentir se aceptan y fomentan”. Esto es, la enseñanza universitaria no debería centrarse en compartir información porque también tiene el objetivo de fomentar el crecimiento intelectual y espiritual del alumnado, dentro de un compromiso de verdad. bell hooks (sic) nos señala que hay que afrontar la posibilidad del fracaso, que lejos de ser un problema, puede ser una forma de aliviar la presión hacia el profesorado, pues la realidad es que no todo está en nuestras manos. Enseñar pensamiento crítico, prácticas de libertad, respeto a las diferencias y el valor de la búsqueda sincera de la verdad no es fácil; conlleva un esfuerzo grande porque una de las características principales del pensamiento crítico es su capacidad para desestabilizar. El advertir que vivimos en una sociedad que no es perfecta, se revela un horizonte en el que es muy difícil ser feliz de manera ingenua. El ideal de alcanzar la felicidad se desvela, con frecuencia, engañoso en especial el concepto de felicidad que se ha adaptado plenamente al sistema económico neoliberal. El ideal de alcanzar la felicidad es el que lleva a Dhuoda (ca. 803- ca. 844) duquesa de Septimania y condesa de Barcelona a dictar el Manual (entre 841 y 843) para la educación de su hijo primogénito, Guillermo. Alcanzar la felicidad en el mundo que le ha tocado vivir y en la vida espiritual. Dhuoda partiendo de sí, elabora un Manual que, no se atiene a una educación reglada, pero sí recoge muchos de los valores de una época tan lejana como la Alta Edad Media y que consideremos que todavía hoy deberían acompañar el proceso educativo. Unos valores que tienen en cuenta no educación no individualista, sino que tienen en cuenta al grupo familiar y a la sociedad en la que se crece; una educación que se basa en la cultura del esfuerzo, pero que se sabe que al final del camino del esfuerzo, se encontrará la felicidad del conocer, del alcanzar unos conocimientos y un dominio de ciertas materias que unen conjuntamente nuestro ser (cuerpo y espíritu). Dhuoda concibió y dictó un libro que ha sido considerado y se considera “una obra de gran magnitud” -para diversos estudiosos entre los que destacan Peter y Ursula Dronke. El ideal educativo de Dhuoda para su hijo es, a la vez, el cortés y el cristiano. Porque, tal vez, intuye que la cortesía elevada a lo más alto es una manera correcta de mostrar los valores cristianos y es también un modelo educativo centrado en el amor.