En el proceso de enseñanza-aprendizaje es preciso un desarrollo metodológico acorde con los contenidos y con el propio carácter de las asignaturas, si bien intentando en lo posible hacer la materia atractiva para que ningún estudiante caiga en la apatía. En ese desarrollo, se ha de tener en cuenta que la formación del ciudadano en las universidades ha de estar alejada de un dogmatismo acrítico de la educación y pasar a la formación en valores que permitan el desarrollo del espíritu libre y crítico de los alumnos. El estudiante no puede pasar por ser un simple asimilador de conceptos, datos, normas o sentencias. El territorio jurídico se caracteriza por la necesidad de libertad, de tomar decisiones, definir conceptos y escoger soluciones. Así pues, hay que proponer una línea metodológica activa, investigadora y participativa, que forme a profesionales futuros distintos, a buenos juristas con capacidad de análisis racional y crítico. En esta línea, las Humanidades permiten ese sentido crítico que rompe con la estricta formalidad jurídica, al generar escenarios ficticios donde el estudiante puede formar sus propios juicios. Ofrecen un vasto campo en el que los estudiantes se sienten más cómodos para opinar y desarrollar sus capacidades. Y es que el Derecho es una realidad que nos rodea, que atraviesa nuestra vida y, por tanto, el saber jurídico está en más espacios, entre ellos, los más comunes, los que fomentan la divulgación de ideas y pensamientos de manera rápida y eficaz, son la literatura, el cine, la música, las Artes en general. El profesor debe tener en cuenta estas realidades para incentivar a los alumnos y transmitir los conocimientos adecuados. Al hacerlo también se está generando un diálogo más íntimo con ellos que va a favorecer una ambiente positivo en clase que llevará a mejoras significativas en su proceso de enseñanza-aprendizaje.

Ni la comprensión del derecho, ni su enseñanza pueden agotarse en su dimensión formal. Junto al estudio de la norma vigente, los estudios jurídicos incorporan en la Filosofía del derecho la reflexión sobre la legitimidad de la norma, el análisis de modelos lógicos y argumentativos o las teorías de la justicia, así como (ya en el marco de las asignaturas optativas), la perspectiva propia de la sociología jurídica. No hay apenas espacio para la comprensión del derecho como un fenómeno cultural. Esta ponencia propone una serie de claves para la enseñanza del derecho desde la dimensión cultural. Se trata de una concepción de la cultura no antropológica sino «filosófica» y ligada a la idea de progreso. «Cultura» es un término complejo, pero también un concepto «vivo». En esta ponencia se reflexiona sobre la perspectiva cultural del Derecho con el fin de destacar qué acepción de cultura encaja hoy preferiblemente en una concepción del Derecho crítica y comprometida con los derechos humanos como hito cultural. Se proponen actividades a fin de aprehender un sentido del término «cultura jurídica» ligado al derecho entendido no como ciencia sino como técnica (o arte) a partir de manifestaciones culturales como el diario, el ensayo, la novela, el teatro y la pintura.

En los últimos años, el uso de la inteligencia artificial se ha popularizado con el objetivo de abordar distintos problemas económicos y sociales. En el campo de las ciencias jurídicas y políticas, sobre todo se ha propuesto su uso para solventar los sesgos y las limitaciones de la razón humana, clínica y experta, en la toma de decisiones sobre asuntos complejos, que requieren del procesamiento de una gran cantidad de información o que pueden ser sensibles para los derechos fundamentales. A pesar de la ubicuidad de las alusiones al uso de esta racionalidad, su concreción en el campo del Derecho y en su enseñanza sigue siendo muy difusa y nuestra experiencia ha detectado la dificultad de mostrar al alumnado de distintos grados y edades su funcionamiento, aplicaciones, implicaciones y riesgos respecto al razonamiento jurídico. Por ello, esta ponencia propone aproximarnos a esta racionalidad desde algunas obras de ficción contemporáneas. Se trata de aprovechar su contenido y forma estética para acercar el impacto del uso de la inteligencia artificial en asuntos relevantes para el Derecho, como por ejemplo la integridad de los valores constitucionales dentro de los métodos de predicción basados en inteligencia artificial, o también su impacto sobre la igualdad.

La identificación del Derecho parte, la inmensa mayoría de las veces, de un texto escrito; incluso quienes sostienen que el Derecho es algo más de lo que establecen las reglas contenidas en un código, deben reconstruir los contenidos del Derecho a partir de los textos jurídicos. El conocimiento jurídico: determinar qué manda, prohíbe o permite una norma (o, en su caso, el Derecho), cuáles son las condiciones de validez de un acto o negocio jurídico o las consecuencias de tal o cual acción o conducta, es, en fin, el resultado final de la interpretación. Una aproximación al problema de la interpretación jurídica a través de la música –en esta ocasión se ha elegido la música clásica– nos acerca de un modo inesperado, pero, al mismo tiempo, muy convincente, a los problemas de indeterminación textual a partir de los límites de la notación musical; a la relación entre objeto y resultado de la interpretación, o sea, a las diversas interpretaciones posibles a partir de una misma partitura; al papel del intérprete respecto del autor del texto –el compositor–, al que se le reconoce autoridad sobre el primero; o la autonomía del Derecho y también de la música respecto de sus propios textos.

La difIcultad del desarrollo cognitivo del Derecho en la sociedades hipercomplejas representa un punto de partida para reflexionar sobre sí y como se puede, en la enseñanza del Derecho, intervenir en la manera en la que éste último aprende y organiza su entorno. partiendo de la premisa de que el Derecho no es sólo normatividad posterior condicionada por las interrelaciones sociales, políticas y económicas originadas durante los procesos históricos, sino también instrumento de cambio que impulsa y guía el futuro de nuestras sociedades, deberíamos preguntarnos de qué herramientas disponen los juristas en formación para: leer e interpretar los complejos fenómenos sociales que caracterizan las sociedades contemporáneas y requieren regulación jurídica; juzgar la escritura que de esta regulación realiza el legislador; e impulsar los cambios convenientes. Hasta hace poco, han sido los enfoques sociológico-jurídicos los que mayoritariamente han proporcionado herramientas útiles para estimular, en el alumnado, la adecuada comprensión de la realidad regulada por el Derecho y potenciar su espíritu crítico, pero al tratarse de estudios interdisciplinares, basados en saberes que, como lo jurídico, tienen un acceso a la realidad viciado por sesgos ideológicos y jerarquías de valores e intereses variables, han revelado su inadecuación para con la comprensión universal del entorno social que pretenden explicar. La propuesta que aquí se hace es que la literatura podría suplir esta carencia ya que, por su vocación de universalidad y por su capacidad de prefigurar escenarios futuros verosímiles, acercándonos a ellos con problematicidad histórica y empática, constituye una herramienta adecuada para proporcionar al jurista en formación una lectura no fragmentaria de los complejos fenómenos sociales contemporáneos, que sirva de base para la elaboración de un juicio crítico y sensible acerca de la solvencia de las estrategias regulatorias adoptadas en cada época y de una aptitud proactiva orientada hacia la construcción de estrategias alternativas.

El trabajo parte de una concepción narrativa y narrativista del Derecho, tanto en su comprensión como en su didáctica, en este caso a través de herramientas docentes de raíz y concepción popular. Las mismas permiten no sólo apreciar la validez del concepto invocado, el Derecho como resultado de un constructo narrativo compartido que basa en la secuencia y la forma breve su desarrollo, sino desarrollar prácticas innovativas docentes que animen a la comprensión del Derecho como fenómeno narrativo, así como en el ámbito de la interpretación operativa al mejor análisis de los modos de construcción del relato de hechos jurídicos, y cómo también tal secuenciación alcanza el relato normativo, en aras de la consecución de las necesarias coherencia y consistencia de las resoluciones judiciales. Para ello se muestran experiencias de uso de tebeos o cómics, entendidos estos, como lo hacen Duncan y Smith, como una forma expresiva en la cual los aspectos narrativos, la fábula y la trama, están representados mediante dibujos e imágenes encapsulados en una secuencia yuxtapuesta de paneles y páginas. Dicha estructura es muy propia del discurso posmoderno, pues aporta una doble visibilidad icónico-narrativa más accesible a quienes tienen como natural la sobreabundancia de imágenes, pero se ven sometidos a las dificultades de su identificación e interpretación, lo cual afecta a la propia consideración de conceptos esenciales para el Derecho como los de verdad y verosimilitud.